La banca suiza se caracteriza por su estabilidad, privacidad y protección de los activos e información de sus clientes. La tradición del secreto bancario del país, que data de tiempos medievales, fue codificada por primera vez en una ley en 1934.[2] Todos los bancos en Suiza están regulados por la Autoridad Federal Supervisora del Mercado Bancario Suizo (FINMA), que ejerce su autoridad por medio de una serie de leyes federales.[3]
Para el 11 de octubre de 2008, la banca suiza tenía un ratio de apalancamiento promedio (activos/patrimonio neto) de 29 a 1, mientras que los pasivos a corto plazo de la industria eran iguales al 260% del PIB suizo o al 1.273% de la deuda nacional de Suiza.[4]
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